miércoles, 10 de mayo de 2017

Esto lo estoy escribiendo en uno de esos insomnios

Los meses de abril y (lo que va de) mayo del 2017 han sido especialmente malo para los venezolanos, no importa el bando donde se esté, pero que haya muerto gente protestando porque hay niños muriéndose de hambre y gente muriéndose por falta de medicinas, es algo que está mal por el lado que se mire. Todo está mal.

Hace unos meses se hablaba de que a los venezolanos que nos tocó vivir esta coyuntura de la historia, segunda década del 3er milenio (http://perikense.blogspot.com/2016/09/el-no-inmigrante-del-siglo-xxi.html). Esa migración no deja indiferente a nadie.

Meses después salió otra coyuntura, una que es difícil de sentir. Causa insomnio (no soy el único, en serio), causa irritabilidad, frustración, rabia y todo lo que un humano pueda sentir al ver como una minoría, que fue mayoría por más de 15 años, no da su brazo a torcer, y prefiere acabar con todo antes de admitir lo que la mayoría vemos como un error.

Hoy creo que no hubo muertos. Pero suficientes con lo que hemos visto estos últimos 40 días para generar insomnio. Las cicatrices duelen. Las físicas sanan y queda la marca y ya, pero no así las cicatrices mentales, que se quedan y graban y recuerdo cada vez que salgo de mi aislamiento.

Sin embargo mi aislamiento no está sirviendo de mucho. Mi aislamiento consiste en escuchar música o podcast de fútbol y jugar cualquier juego balurdo. Pero por más que trato en las noches de no enterarme en que urbanización están lanzando lacrimógenas, o donde están saqueando, o cuantos detenidos van, o muertos... termino con insomnio o por lo menos dificultad para dormir.

Esto lo estoy escribiendo en uno de esos insomnios.

Trato de vivir un día a día "normal", pero dudo que algo en estos días en Venezuela sea "normal".

PD: Los "normal" van en comilla por esto http://perikense.blogspot.com/2012/05/me-voy-sacar-la-palabra-normal-del.html

jueves, 4 de mayo de 2017

El momento cuando me di cuenta que hago lo que le criticaba a mí papá

Cuando era niño veía a mi papá como el superhéroe, el que nunca se equivoca, nunca falla. A medida que crecí le vi defectos, lo criticaba, y hasta por momentos lo llegué a aborrecer. Ahora estoy en la etapa de mi vida donde lo veo como un tipo genial, que pudo salir adelante con una familia de 4 hijos, trabajo honesto, buena casa, nos educó bien, nunca nos faltó nada. Un héroe, no idealizado, sino trabajado. Que sudó y trabajó por su familia. No es el superhéroe de niño sino más bien un héroe de carne y hueso con atributos y defectos como cualquier humano.

Y cada vez que veía uno de sus defectos, me decía a mi mismo que yo no sería así, que podía ser una versión mejorada de mi viejo...

... hasta que me di cuenta que yo tenía exactamente los mismos defectos. Esa primera vez que descubrí ese comportamiento en mí fue un choque muy duro. No es fácil de digerir y no es fácil de corregir. Viene muy metido en el disco duro de la mente repetir patrones vistos en nuestra infancia.

Ahora lo entiendo un poco más, lo valoro un poco más, y creo que con el pasar de los tiempos lo iré entiendo más y valorando más. Pero igual quiero corregir en mí mismo esos defectos.

Por lo menos ahora entiendo parte de mí comportamiento ante ciertas situaciones.