lunes, 7 de noviembre de 2011

Se me fundió el cerebro. Hell yeah!

Ya el cerebro se me fundió, y no tiene que ver nada con que soy metalúrgico y me gusta fundir cosas. Sino con  el motivo del cual quiero vender mi cerebro (acá lo explico http://perikense.blogspot.com/2009/05/vendo-mi-cerebro-con-su-manual-de-uso.html ). Aunque creo que después de leer esto nadie querrá comprar mi cerebro, esta taaaaan fundido que no le importa decir el mayor defecto que tiene mi cerebro... que se fundió el solo.


Todo empezó en cuarto año, unos 16 años aproximadamente, cuando estudié Rufini escuchando The dark side of the moon de Pink Floyd, también comencé a sentir la vinotinto en mis venas y me sentía un Quijote del fútbol nacional. Luego con 17 leí Metamorfosis de Kafka y mi primer libro de Calvin y Hobbes. Vino la universidad (el poli maldito) y viendo calculo I y sus límites e integrales indeterminados, calculo II y sus series de Taylor y  Maclaurin (McFlurry de cariño). Esa fue en la época en la que comencé a escribir en el diario de portada roja de mi mamá del año 1983 (sino entienden es porque no leyeron la parte de "lea esto antes de leer lo otro"). Y después vino álgebra lineal con sus sub-espacios vectoriales imaginarios donde 2 zanahorias mas 2 son 1 auyama, al mismo tiempo que escuchaba Opeth.


Al momento de estudiar la ecuación de Schrodinger, mi cerebro de 21 años aún se podía rescatar, pero justo después de escribir en un parcial "la ecuación de Schrodinger no tiene significado físico sino matemático, y es el que el cuadrado de su valor absoluto nos da la probabilidad de conseguir una partícula en un rango de tiempo y en un rango de trayectoria específico" mi cerebro no valió madre. Tengo hambre COTUFA, que bonito el bombillo. Y empezó a ser medio multi-polar con cambios de ideas repentino al momento de mencionar algo sobre la física cuántica. El post-rock comenzó a llenar los megas de mi PC por ese entonces.


Ya era muy tarde para mi pobre cerebro al momento de estudiar la transformación austenítica y martensítica, entender los diagramas de Ellingham y de Pourbaix, por si fuera poco entrar a prácticas donde se fundían metales y estudiar las propiedades del Aluminio fundido. No obstante una tesis "revolucionaría" (de bolas, nadie se atrevió a eso con los miserables recursos que tiene la universidad) y Kevin Johansen siendo el soundtrack de esto último.


Ya mi cerebro no funciona de la mejor manera, y escribiendo en el este blog es una forma de deshacerme de los pedazos que se caen.